Un Árbol Especial
Por: Ramonita Martínez
Hace mucho tiempo, cerca de un oasis en Belén se encontraban varios árboles hablando de sus cualidades. Todos eran grandes y hermosos. El palo de rosa comentó que su madera era muy valorada y que su fruto hermoseaba el paisaje. El olivo no solo habló de lo codiciado de su fruto, sino que era considerado como las piedras preciosas. Hablaban y alardeaban de lo importantes e impresionantes que eran. De pronto un alto y sencillo pino “aleppo” se dirigió a los presentes y les dijo; “Disculpen, pero creo que vienen a escoger a uno de nosotros. Dicen que el carpintero llamado José quiere hacer una cuna para su recién nacido hijo.” Los arboles se pusieron muy nerviosos. Habían oído que José iba a hacer una cuna para Jesús. Ellos sabían que Jesús era el hijo de Dios pues la naturaleza cuenta la gloria de las manos de Dios. Se formó un gran revuelo pues cada cual pensaba que sería escogido por sus cualidades. El pino era el único que no se atrevía a decir nada ya que él era muy espigado y nada estilizado y creía que no sería apropiado para construir la cuna donde descansaría el Rey de Reyes. De pronto escucharon los pasos de José. Y comenzó a buscar entre los arboles el más apropiado para hacer una cuna a Jesús. “Que privilegio sería poder albergar cómodo y caliente al hijo del Dios Altísimo”; pensó el aleppo. “Pero no, yo soy muy insignificante y feo”; reflexionó. De pronto sintió como José se paraba frente a él y dijo;”Tú eres fuerte y flexible a la vez. Eres la madera exacta que necesito para hacer una cuna.” Comenzó a cortarlo y los demás arboles envidiaban el gran honor que tendría este pino tan delgado. Y desde entonces el árbol de pino es uno de los símbolos de la Navidad. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.